En este ensayo se
aborda el tema de la exposición didáctica con la finalidad de entender en qué
consiste esta práctica para proponer un tipo de exposición que sería el más
adecuado para nuestras escuelas de educación secundaria donde impartimos
clases. Es importante diferenciar lo que llamamos “tradicionalismo” de lo que,
en este caso, estamos entendiendo por método expositivo, pues el primero es un
término más amplio que incluye también algunas actitudes de los maestros tradicionalistas,
como el autoritarismo y la supuesta ignorancia de los alumnos.
La exposición
es el método de enseñanza más utilizado en las escuelas secundarias, pero
también es el más criticado pues se le relaciona con prácticas educativas
obsoletas o ineficaces. La exposición didáctica suele funcionar sólo como
transmisión de conocimientos. “Para que la enseñanza sea pura transmisión de
contenidos, hay que presuponer que el aprendizaje es una simple operación de registro.
Pero, para llegar a reducir el
aprendizaje a estos términos, hay que ignorar el fenómeno de la comprensión y
el proceso de creación de sentido.”[1]
A los alumnos no se les debe considerar máquinas que graban conocimientos, sino
que se les debe ayudar a comprender la finalidad de los contenidos y sobre todo
aterrizar dichos contenidos a su vida para que los apliquen en su vida y les
ayuden a resolver problemas cotidianos.
La
exposición didáctica prácticamente nace con la escuela. “Los profesores y los
autores de textos utilizaban la exposición como recurso para la gente que no
tenía acceso a sus escritos. Ahora que abundan las posibilidades de acceso a la
información, este recurso ha variado las características de su propósito
original.”[2]
La exposición didáctica ya no es una necesidad y es obligación del maestro
buscar estrategias para combinar este método con otros.
En las
clases debe haber interacción entre el maestro, los alumnos y el conocimiento.
Las clases deben estar compuestas por actividades variadas, una sola actividad
para toda una clase es poco pedagógico. “En la actualidad, con el fin de
preparar a los alumnos para asumir los retos y roles en un mundo cambiante, los
profesores enfrentan cada vez con más frecuencia la presión de reducir el uso
de la exposición como método de instrucción, y generar en cambio un ambiente de
trabajo más interactivo en el cual el alumno participe paralelamente en actividades
colaborativas con sus compañeros.”[3]
Por otro lado está comprobado que los alumnos aprenden más de sus compañeros
que de sus propios maestros por lo que el maestro debe tratar der hacerlos
participar a todos, incluso aquellos alumnos renuentes.
Como
ya se dijo antes, no todo lo relacionado con la exposición didáctica es malo
pues se puede intercalar con otras actividades. La exposición didáctica sólo es
mala si se abusa de ella. “Sin embargo, cuando este método se aplica de la
manera apropiada, con el contenido adecuado a los espacios de tiempo disponible
e integrado con otras técnicas o estrategias didácticas, puede contribuir
enormemente a un proceso de enseñanza aprendizaje efectivo, especialmente en
aquellos cursos en donde se requiere cubrir mucho material.”[4]
Lo que criticaríamos en este caso no sería la técnica expositiva sino el abuso
de ella.
La función
de este ensayo no es criticar la exposición didáctica sino tratar de llegar a
una conclusión sobre la pertinencia de su uso. “Lo importante, entonces, no es
señalar si la exposición resulta mejor o peor que otros métodos de enseñanza-aprendizaje,
sino encontrar los propósitos adecuados para su uso.”[5]
La exposición didáctica siempre se puede utilizar pero debe combinarse con
otras técnicas y no usarla en todas las ocasiones.
A un
maestro que sólo se dedica a hablar en clase se le puede considerar
tradicionalista sólo si presenta algunos otros rasgos como el autoritarismo y
el abuso de poder. “Comúnmente la técnica de la exposición se asocia con la
excesiva presentación verbal (el “rollo”) que el profesor maneja durante la
sesión de clase. En un sentido positivo, podríamos interpretar que el “rollo”
corresponde al “desarrollo” de un tema, debidamente justificado en relación con
los contenidos del curso. En sentido negativo, el “rollo” significa ideas poco
claras y repetitivas cuyo único objetivo es ocupar el tiempo destinado a la
sesión de clase.”[6] En
nuestras escuelas de educación básica no sólo se utiliza el rollo para consumir
de manera inadecuada el tiempo de clase, también se utiliza la revisión de
trabajas o algunas dinámicas que pretenden que los alumnos sociabilicen. Con
este ejemplo es posible concluir que no sólo la exposición didáctica puede ser
inadecuada, sino también cualquier otra técnica que se utilice para consumir el
tiempo.
“El método expositivo que se vale del lenguaje
oral es uno de los más antiguos. Si bien pudiera pensarse que con la invención
de la imprenta su uso disminuiría, no fue así pues incluso en nuestra época se
ha mantenido como una práctica común en los diferentes niveles del sistema
educativo, incluyendo la universidad.”[7]
“En la actualidad,
con las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información, el
profesor puede estructurar y organizar un determinado material para hacerlo más
accesible a sus alumnos bajo la modalidad de un texto escrito.”[8]
“En los últimos
años se ha venido haciendo mucho énfasis en la necesidad de alternar el uso de
la exposición con otras técnicas didácticas, incluso en una misma sesión de
clase. Es decir, se alude a la necesidad del manejo de “exposiciones espaciadas”
(Collins, 1997), donde la exposición se da en segmentos. Se hacen pausas en
puntos lógicos de la exposición, donde el profesor se dirige a los alumnos (haciendo
alguna pregunta o solicitando que lleven a cabo alguna actividad), para mantenerlos
involucrados con el tema. De esta manera, la exposición puede resultar más
dinámica.”[9]
“Esto permite,
además, que los alumnos tengan tiempo para procesar y comprender el contenido
manejado durante la exposición. Los profesores, por su parte, tienen
oportunidad de darse cuenta si hay algo que no esté quedando claro. La
exposición se asocia directamente a una actividad realizada por el profesor;
sin embargo, se debe tener en cuenta que también puede ser empleada por los
alumnos o bien, por alguna persona externa al grupo. Este escrito aborda el uso
de la misma en términos del profesor, sin por ello perder de vista que
igualmente cumple su función didáctica cuando es utilizada adecuadamente por
algún otro sujeto del grupo o alguien externo al mismo.”[10]
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